domingo, 24 de noviembre de 2013

Las pinturas del Retablo Mayor de la iglesia de Santiago en Ávila (3)

     En las calles laterales del tercer cuerpo hay dos óleos sobre tabla de Pablo Camino que representan La resurrección del hijo de la viuda de Naín y Los discípulos de Santiago piden ayuda a la reina Lupa para enterrar su cuerpo.


         Resurrección del hijo de la viuda de Naín en presencia del apostol Santiago.
         Óleo sobre tabla. Pablo Camino.

         En primer plano aparece Jesús en actitud de consolar y bendecir a una mujer que se arrodilla ante él. Detrás de ella, el apóstol Santiago, también arrodillado, sostiene con la diestra el bordón de peregrino y con la siniestra bendice a la mujer.
      Tras él un hombre imberbe con el cabello corto y chaqueta abotonada con cuello levantado, observa la escena. Podría identificarse con el adolescente que acaba de ser resucitado por Jesús. En otro plano sobresale la cabeza de un hombre mayor con cabello gris, testigo del milagro. Al fondo de la escena, se alzan tres hileras de edificios y calles de una ciudad en perspectiva, con algunos personajes en pequeño tamaño que observan la escena. En el último edificio se ve un arco de medio punto que parece que da acceso al conjunto urbano o a otra calle del mismo.
        El episodio parece identificarse con el milagro de la resurrección del hijo de la viuda d eNaín. En efecto, al acercarse la segunda Pascua de su vida pública, Jesús y sus discípulos, entre ellos Santiago el Mayor, se dirigen a Jerusalén. Al llegar a la ciudad de Naín, situada al sur de Galilea cerca de Nazaret, son testigos del entierro del único hijo adolescente de una viuda, que narra el evangelista Lucas:
       «Sucedió, después, que marchó a una ciudad llamada Naim, e iban con él sus discípulos y una gran muchedumbre. Al acercarse a la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar un difunto, hijo único de su madre que era viuda, y la acompañaba una gran muchedumbre de la ciudad. Al verla, el Señor se compadeció de ella y le dijo: No llores. Se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron; y dijo: Muchacho, a ti te digo, levántate. Y el que estaba muerto se incorporó y comenzó a hablar; y se lo entregó a su madre. Y se llenaron todos de temor y glorificaban a Dios diciendo: Un gran profeta ha surgido entre nosotros, y Dios ha visitado a su pueblo. Esta fama acerca de él se divulgó por toda la Judea y por todas las regiones vecinas» (Lc. 7, 11-17).



                   Los discípulos de Santiago piden permiso a la reina Lupa para enterrar su cuerpo 
                   Óleo sobre tabla. Pablo Camino.

         En esta pintura se representa uno de los momentos del traslado del cuerpo de Santiago después de haber desembarcado en al puerto de Iría Flavia (Padrón-A Coruña).
         El códice Calixtino y la Leyenda Dorada le dedican expresivos textos, que sirvieron de inspiración a los artistas a lo largo de los siglos. 
        Después de ser degollado en Jerusalén, los discípulos Teodoro y Atanasio recogieron el cuerpo de Santiago durante la noche por temor a los judíos y guiados por un ángel lo trasladaron al puerto de Jafa. Allí encontraron una barca preparada, en donde depositaron el cuerpo, dejando que el designio divino les guiara. De esta manera llegaron al puerto de Iría Flavia. Al depositar el cuerpo sobre una piedra, ésta se transforma y ablanda milagrosamente para adoptar la forma del cadáver y servir de sarcófago. 
      Los sucesos siguientes tienen que ver con dos de las tres escenas del retablo abulense: La reina Lupa, pagana y perversa, que gobernaba en Galicia, recibió a los discípulos del apóstol Santiago, que buscaban un lugar santo donde enterrar el cuerpo martirizado en Jerusalén del maestro. Con engaños, los envió a un monte de su propiedad, en donde les prometió unos bueyes para ayudarles en su traslado. Resultó que tales bueyes eran toros bravos. Al llegar, además había un enorme dragón escupiendo fuego. Los discípulos, lejos de asustarse, hicieron la señal de la cruz y milagrosamente el dragón reventó estrepitosamente y los toros bravos se transformaron en mansos bueyes. Ya sin obstáculos, consiguen trasladar el cuerpo tirado por las reses sin que nadie les indicara el camino, hasta llegar al palacio de la reina. Allí, ella se arrepiente, se hace cristiana y transforma su palacio en una iglesia.
      En esta pintura abulense, la reina Lupa se representa en un trono elevado, bajo palio, luce ricas vestiduras y una corona. En segundo plano se sitúan los cortesanos y los soldados de la reina y el edificio del palacio. 
       A la derecha, Atanasio y Teodoro arrodillados, le piden ayuda para enterrar el cuerpo del apóstol.

                                                          -.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

     Estas son las seis pinturas que, junto al altorrelive central, componen el cuerpo iconográfico de Santiago en el retablo mayor de la iglesia abulense que está bajo su advocación. 
       La iglesia de Santiago en Ávila conserva más imágenes de Santiago en sus distintas iconografías y diversos motivos jacobeos en su interior. Ávila Jacobea los irá mostrando en sucesivas entradas tras dar paso a otras representaciones del apóstol Santiago existentes tanto en la capital como en la provincia.
       Utreia et Suseia
     





No hay comentarios:

Publicar un comentario