Dos óleos sobre lienzo y cuatro sobre tabla son las seis pinturas que representan al apóstol Santiago en el retablo mayor de la iglesia de Santiago en Ávila. Los lienzos ocupan las calles laterales del primer cuerpo y son obra del pintor abulense Juan de Angulo, a la izquierda la resurrección de la hija de Jairo en presencia de Santiago y a la derecha el traslado del cuerpo del apóstol en un carro de bueyes.
Resurrección de la hija de Jairo por Jesucristo en presencia del apóstol Santiago.
Óleo sobre lienzo. Juan de Angulo.
Óleo sobre lienzo. Juan de Angulo.
En primer plano se figura a Jesús de espaldas con el rostro
de perfil en actitud de bendecir con la diestra a la hija de Jairo, que está tendida
sobre una cama. Su mirada se dirige a Jesús. A la izquierda, el apóstol más cercano a
Jesús es Santiago vestido de peregrino, con bastón, túnica, capa y una vieira colgada al
cuello, que repite el gesto de bendición con la diestra. Detrás del apóstol asoman la
cabeza dos hombres, seguramente los apóstoles Pedro, barbado, y el hermano de Santiago,
Juan, imberbe.
Este milagro se narra en los evangelios de Mateo, Marcos y
Lucas. Jairo, uno de los jefes de la sinagoga de Jerash al noroeste de Jordania,
tenía una hija de doce años muy enferma. Cuando le pidió a Jesús que se
acercara a su casa a curarla, le llegó la noticia de su muerte. Jesús le dijo:
“No temas, tan sólo ten fe. No permitió que nadie le
siguiera, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de
la sinagoga, y ve el alboroto, y a los que lloraban y a las plañideras. Y al entrar, les dice: ¿Por
qué alborotáis y estáis llorando? La niña no ha muerto, sino que duerme. Y se reían de Él.
Pero Él, haciendo salir a todos, toma consigo al padre y a la madre de la niña y a los que le
acompañaban, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice:
Talita qum, que significa: Niña, a ti te digo, levántate. Y en seguida la niña se levantó y se puso a
andar, pues tenía doce años. Y quedaron llenos de asombro. Les insistió mucho en que nadie
lo supiera, y dijo que dieran de comer a la niña” (Mc. 5, 21-43).
Traslado del cuerpo del apóstol en un carro de bueyes.
Óleo sobre lienzo. Juan de Angulo.
En esta segunda pintura los discípulos, después de superar
los obstáculos, consiguen volver nuevamente al palacio de la reina Lupa transportando
el sarcófago de Santiago en el carro de bueyes, que está atravesando un puente.
A los discípulos Teodoro y Atanasio acompañan otros dos personajes; uno de ellos mira sorprendido hacia los dos ángeles, parecen guiarles en su camino desde el cielo. En segundo plano se aprecian las montañas y un bosque frondoso.
A los discípulos Teodoro y Atanasio acompañan otros dos personajes; uno de ellos mira sorprendido hacia los dos ángeles, parecen guiarles en su camino desde el cielo. En segundo plano se aprecian las montañas y un bosque frondoso.
La presencia del puente y de los ángeles sugiere el conocimiento del pasaje de la Leyenda Dorada y del Libro III del Códex Calixtino, según la cual los discípulos, por recomendación de la reina Lupa, acuden al rey Filotro que vive en el monte Duyo, que decide matarlos.
Los discípulos, advertidos por Dios consiguen huir. Les persiguen los soldados. El puente se hunde y los soldados fallecen. Los discípulos vuelven de nuevo ante el rey y éste les facilita los bueyes.
La Leyenda Dorada también alude a un ángel que libera a los discípulos que habían sido encarcelados por el rey.
El traslado del cuerpo de Santiago en un carro de bueyes a la actual ciudad de Santiago tuvo una gran acogida en las tablas medievales y en algunos relieves renacentistas y barrocos.
En la catedral de Santiago se representa en un tablero de finales del siglo XVI. Otros ejemplos parecidos se localizan en dos expresivas pinturas sobre tabla anónimas: «El puente de la vida y la reina Lupa» de finales del siglo XV conservadas en la catedral de Astorga. En otras dos pinturas, del mismo siglo, que proceden de un retablo de la provincia de Lérida (Museo del Prado) y en el
retablo dedicado a Santiago en la iglesia de Santa María de Villalcázar de Sirga
(Palencia) del segundo tercio del siglo XVI.
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